Por Anthony Arby
Fotografía de Pixabay. |
—En la eternidad que llevo dirigiendo este pasillo, nunca nadie había tomado semejante decisión tan a la ligera— dijo el mayordomo sin ocultar su disgusto y sorpresa.
—¿Y eso qué? Los tiempos cambian— increpó de forma retadora.
—¡Cómo es posible! ¡Entiéndalo que ya no hay marcha atrás!
—Eso es lo que lo hace tan excitante, ¿no?
Aquella insolencia sólo molestaba más al mayordomo, quien tomó un momento para tranquilizarse antes de continuar.
—Última oportunidad, ¿cuál elige?
—Cualquiera, es igual.
—Bueno, pues… adelante.
Mientras el mayordomo hacía un esfuerzo sobrehumano para contener un arranque de ira, la insolente persona se dirigía con paso firme hacia una de las nueve puertas.
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