Puerta III

 Luego de caminar por horas a través de un largo callejón rústico, por fin salió a lo que parecía ser una avenida. Motivado por la determinación de un estómago gruñón, buscó algún lugar donde pudiera saciar su apetito. Al no encontrar un sólo restaurante, puesto ambulante o siquiera una tienda de conveniencia, se acercó a preguntar a un transeúnte dónde podría comer. 

Extrañado por tan peculiar concepto, el peatón pidió mayores indicaciones para saber cómo ayudarle. Luego de explicar cómo es que requería alimentarse para recuperar energías, el caminante comprendió el concepto. Se echó a reír y le recordó a la persona que ese proceso se llamaba fotosíntesis y que la boca era sólo para comunicarse y amar a otros.

Con la determinación hecha trizas, se arrepintió de no parar en esa pozolería antes de llegar al callejón de las puertas.


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