Luego de caminar por horas a través de un largo callejón rústico, por fin salió a lo que parecía ser una avenida. Con la misma determinación de antes, se dirigió al primer restaurante que logró divisar, eligió la mesa mejor ubicada y pidió una carta para conocer el menú.
—¿Menú?— esa particular combinación de sonidos era nueva para el mesero.
—¿No tienen carta? Quiero ver las opciones para comer —increpó con la molestia de quien ha aguantado el hambre por horas.
—Disculpe, pero sólo tenemos pozole.
—Hmm, ¿y enfrente qué venden?
—También pozole— el mesero lucía aún más intrigado.
—¿Y algún lugar aquí cerca donde vendan algo que no sea eso?
—Perdone, pero en todos lados hallará pozole y nada más —nada podía ocultar la sorpresa y diversión en el rostro del mesero— Parece que alguien se ha perdido de mucho últimamente. Le traeré un plato enseguida.
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