Con cada paso, Miky sentía cómo el dulce olor a chocolate caliente y hotcakes navideños le acariciaba el rostro. De reojo vio el televisor; el noticiero aún estaba al aire, y la presentadora alertaba a los televidentes sobre las precauciones a tomar con las series de luces navideñas, ya que en los últimos días se habían presentado varios incidentes. Tras escuchar lo anterior, Miky se detuvo un instante para echar un vistazo a las luces que había en casa, y tras asegurarse de que no hubiera cables expuestos, continuó su camino hacia el comedor.
Al entrar, encontró a toda su familia ya reunida ahí, esperando a que salieran los últimos hotcakes. Mamá se aseguró de que todos se hubieran lavado las manos y pidió ayuda a papá con las tazas de chocolate caliente.
—Ya me iba a comer tus joqueis— Melissa se dirigió a Miky con tono juguetón.
—Miky, pásame mi jugo— pidió el abuelo mientras recibía su taza de chocolate.
—Es muy temprano para pistear, pa— advirtió mamá mientras acercaba el enorme plato con hotcakes.
—¿Qué es “pistear”?— preguntó Melissa con curiosidad.
—Para el abuelo es como tomar agua— se burló Miky.
—¡Entonces yo también pisteo!— celebró Melissa mientras le extendía los cinco al abuelo, quien correspondió al gesto mientras se carcajeaba.
—¡No, Melissa! ¡Miky!— regañó papá mientras se terminaba de acomodar en la silla.
—Sólo bromeaba— musitó Miky.
—Sólo bromeaba, yerno— secundó el abuelo mientras le daba una palmada en el hombro a Miky—, ¿a poco tú no eras así a los veintitontos?
—Ya agarren hotcakes— dijo papá tenso, tratando de terminar con esa conversación.
—Te hubieras agarrado al mentado Pancho— el abuelo, bromeando, se dirigió a su hija—; qué jodido estaba el desgraciado pero qué bien caía.
—Quiero proponerles algo— dijo Miky con nerviosismo y tensión tras ver el rostro de enojo de papá y las risas de mamá y abuelo—, que hagamos algo diferente esta noche.
—¿Cómo qué, Miky?— preguntó mamá con intriga.
—No sé, algo en familia, juntos.
—Vamos a cenar en familia, Miky— dijo el abuelo.
—Según— se alcanzó a escuchar que dijo papá.
—O sea, sí— dijo Miky mientras se rascaba la sien, como organizando sus ideas—, pero siempre cenamos callados, luego vamos al patio y estamos ahí sentados, callados, y después de las doce, nos abrazamos, abrimos los regalos y ya, es todo.
—El año pasado mi papá hizo magia y desapareció— dijo Melissa alegre.
—¡Cállate, chamaca!— reclamó entre dientes el abuelo; él bromeaba seguido con esa vez.
—¿Qué quieres que hagamos, Miky?— preguntó papá con seriedad.
—Por mi parte hay una propuesta— una sonrisa se dibujó en el rostro de Miky—, pero no sé si alguno de ustedes quiera proponer algo.
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