Cortos de memoria

 


Fuente: Pixabay.

No es ningún secreto que desde hace varios años vivimos polarizados, separados por una cada vez más gruesa y marcada línea ideológica y política. Hace varios años no significa tres, o seis, sino más; quizás debería decir décadas, pero no lo sé, es difícil establecer en qué momento exacto comenzó esa fragmentación, pero no la podemos negar. No podemos negar que estamos divididos en dos bandos, y a cada lado se piensa que el otro está equivocado y dándoles cuando (des) calificativo se cruce, tan sólo por el hecho de no pensar igual. Que esa es otra cuestión, pero no el centro de lo que quiero escribir, así que punto y aparte.

Hay muchas frases que son usadas en las discusiones virtuales del día a día, que hasta parecen predeterminadas por cómo siempre se usan en la misma secuencia, y una de esas frases es "no tenemos memoria". No hace falta explicar a qué se refiere, pero por si quedaran dudas, se usa para referir que la "parte contraria" no es consciente de lo que ocurrió en el pasado como sí lo es de lo que ocurre hoy, y si me equivoco házmelo saber, pero no se usa en otro tipo discusión que no sea la referente a asuntos políticos y todo lo que se le relacione.

A propósito de cosas que no son ningún secreto, la situación de violencia e inseguridad que azota al país, y en particular, al estado de Colima, está cada vez más acentuada. No empezó ayer ni hace seis meses, pero administraciones han ido y venido y el problema sigue ahí, sin que nadie lo pueda contener (que erradicarlo ya son palabras mayores, sino es que imposibles). Intentos se han hecho, y nadie puede acusar a nadie de no intentarlo, pero esta situación amerita algo más que sólo intentos.

No hay persona que no haya sido tocada por esta problemática. Seguro que conoces a alguien que de forma directa o indirecta haya vivido alguna experiencia de este tipo, o seguro también ya te ha pasado, y también es seguro que esa persona o tú no lo han olvidado, digo, ¿cómo olvidas algo así? Al menos, en mi caso particular, cada situación de inseguridad que me ha tocado vivir la recuerdo con vividez, y sigue calando porque, por desgracia, aunque son situaciones contadas, sí que es más de una.

¿Y a quién le reclamas? Mejor dicho, ¿a quién le reclamas que tenga poder de decidir sobre estos asuntos? ¿A quién le exiges soluciones y que en realidad pueda hacer algo por solucionarlo? Porque caemos en la práctica (por no decirle "error") de exigirle respuestas a quien está parado en el mismo piso que uno, y seguro que esa persona también te exigiría respuestas, para al final dejar una discusión inconclusa o que, de haber terminado, no habría conclusión real y aplicable.

Con experiencias así de traumáticas (porque eso son) nadie puede ser corto de memoria, porque la herida está abierta y aún sangra, y pintarse de colores no sirve de nada en medio de una situación donde con frecuencia debemos pintarnos de colores.

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