EFECTO DOMINÓ O CÓMO UNA CANCIÓN ME TRAJO HASTA AQUÍ

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Nostalgia is truly one of the great human weaknesses. Second only to the neck.
—Dwight Schrute, "The Office"

No es tan común que vea los estados de WhatsApp. Me da no-sé-qué, y más cuando hay decenas de ellos. Pero, como habrás notado, no es algo absoluto; a veces me gana la curiosidad y veo algunos de ellos, y otras pocas veces, reacciono con algún comentario a dichos estados.

Hoy fue uno de esos días donde ví uno. Era de una canción de Nikki Clan; ese es un anzuelo efectivo para caer en el gancho de la nostalgia. Mi comentario fue breve, aludiendo a lo buena que era esa canción, y listo. Pasaron las horas y recibí un mensaje de quien compartió el estado; era una playlist que armó con canciones (sobre todo) de aquella indeleble segunda mitad de los 2000. 

Desde Julieta Venegas, quien abre el Nostalgia Fest, pasando por Elefante, Allison, PXNDX y hasta el padre de Latinoamérica unida, Chayanne. Había tanta variedad que haría palidecer al Paketaxo y al Surtido Rico (¡patrocínenme!).

Conforme las canciones pasaban, las memorias iban llegando a mí. Recuerdos de la entrañable época de secundaria y prepa, donde pasaba de todo sin darte cuenta de cómo el tiempo pasaba. Fue inevitable la emoción; comencé a extrañar a mis amistades de aquellos días. Sé que les está yendo bien, y ojalá así les vaya siempre.

Siguiendo la línea de citas de The Office (serie que Yess y yo hemos terminado de ver hace poco), en algún momento, Andy Bernard (Ed Helms, también conocido por la trilogía de Hangover) reflexiona sobre los buenos momentos, y cómo deseaba que hubiera manera de saber que estás en ellos antes de dejarlos. 

En su momento, sentí lo que el personaje decía; cuando caes en la espiral de los recuerdos, nunca falta el momento en el que se desea volver ahí un instante más para disfrutar la belleza de ese presente que ya fue. Ahora, mientras escribo esto, agradezco que aquello no sea posible, y me pongo a pensar si disfrutaríamos de la misma forma ese momentos al que desearíamos volver. Todo me lleva a creer que no; qué difícil, ¿no? Bien podría ser como una despedida anunciada, en la que cada minuto que nos acercamos al momento del adiós (o hasta luego, o como prefieras despedirte) se vuelve más incómodo, y el disfrute del presente se mancha de un tortuoso matiz gris. Algo así como cuando Tristeza toca las esferas de los recuerdos alegres.

Creo que ya desvarío.

Es bello vivir el presente, y también lo es recordar el pasado. Nada nos hará volver a lo que un día fue, porque esa es la cuestión; ya fue. Disfruta los sorbos de nostalgia sin ahogarte en ellos; consejo para mí, también para ti, si te sirve.

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